domingo, 30 de diciembre de 2012

La taberna Salinas (Puerta Almodóvar)



Cuando se cruza el arco de la puerta de Almodóvar las tentaciones se muestran. El Malacara. Rubio, Bravo, pero si se resiste un poco en un instante  nos encontramos con la Taberna Salinas, un pequeño rincón, una barra efímera,  unas llaves que parecen las del paraíso pero sobre todo el rumor de platos, vasos y ese  olor a la Córdoba mas eterna.

Dentro de la pequeña barra convive la amabilidad y el rápido trasiego de copas  de buen vino de Montilla. Este vino procede de una bodega de reciente creación, el Lagar Blanco de Miguel Cruz, Enologo, Cofrade del vino de Montilla. El fino Lagar Banco criado en botas de roble por el tradicional sistema de criaderas y soleras. Es un vino elaborado con uva Pedro Ximenez  sin alcohol añadido, seco, pálido y fragante con suave y delicado sabor. Ideal para acompañar todo tipo de tapas.

Y la verdad es que si  los Boquerones en vinagre quitan el sentido, el salmorejo es suave y fresco como un buen salmorejo tiene que ser y si el pan de telera esta bueno los palillos de pan de San Pancracio son exquisitos. El trato del encargado de la barra es profesional y atento, pendiente de los clientes en todo momento. Por cierto las patatas pobres, con pimientos y berenjenas, "chapó".

Pasar por el Arco de la Puerta de Almodóvar sin hacer una parada técnica en Taberna Salinas es como estar en el patio de los naranjos de la mezquita y no apreciar el aroma de azahar. Bajo mi punto de vista es un lugar muy recomendable, solo basta con observar las caras de satisfacción de los clientes en general. Un lugar para volver.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

La Taberna del Pisto


Dicen que con pasos perdidos se saborean las ciudades. Los rincones aparecen como perlas esparcidas en calles cada día mas impersonales. ¿No recuerdo cuando decidimos visitar las tabernas de Córdoba?, quizás fue el día que conocimos a Pepe "El Barinaga" un parroquiano  que cada sábado, irremisiblemente toma unos vinos allá por la taberna del Pisto, a espaldas de la Iglesia de San Miguel. El Barinaga,  un tabernero de siempre, un futbolista en su juventud, un amante de la vida que cautivó mi atención cuando me dijo aquello de  "Montilla, la capital de España". La sencillez , el amor por la tierra, la pasión por el vino, ese fino de los pagos de Montilla y Moriles que nunca engaña a nadie, que se muestra sin ocultar su fuerza vital. 

La taberna del Pisto es un rincón que cautiva solo con apartar la cortina en los calurosos días de Julio, esa cortina que divide dos mundos, una calle solitaria en la que se añoran las sombras y una isla entre las calores. La barra interior es estrecha y en ella se mueven solícitas hasta siete personas y en la exterior una mezcla de visitantes en perfecta formación se arman de paciencia hasta llegar a la madera, y no es mucho el tiempo, la rapidez en el servicio hace que nadie se eternice en la barra, solo Pepe el Barinaga en su rincón departe entre recuerdos y aromas de Montilla.

Pasan cazuelas de Salmorejo brillantemente aceitadas acompañadas con una pecas de jamón y huevo,  la tortilla, la enorme tortilla con pimientos rojos y verdes aromatiza los taurinos rincones donde se mezclan toreros, picadores, banderilleros y una cohorte de elementos taurinos, que tienen su culminación en el rincón de los barriles, un altar dedicado al insigne maestro cordobés, Manuel Rodríguez, "Manolete". Y siguen pasando bandejas de boquerones en vinagre, raciones de carne de caza,rabo de toro,  flamenquines, albóndigas y croquetas caseras, todo con rapidez, con maestría y con esos picos de pan envueltos que saben a gloria y que  me recuerdan sabores de  pan antiguo, y por supuesto cuando pasa el plato de pisto con un huevo frito mi memoria viaja en el tiempo y recuerda.

En la taberna del Pisto, se extasían los sentidos, el gusto por el buen yantar y el mejor vino, la mezcla de olores, la visión de los recuerdos esparcidos por las paredes. los sonidos armónicos del vino cayendo en los catavinos y el rumor de las conversaciones. 

Nunca he pasado mas allá de la barra hacia el  comedor interior,porque realmente disfruto 
llegando hasta la madera de la barra,tomado la copa y el aperitivo de pie, a veces charlando con Pepe el Barinaga a veces en silencio, recuerdo a ilustres visitantes y sobre todo disfruto cuando percibo como mi hijo   Alvaro, que suele apuntarse, disfruta con la tortilla , el salmorejo y los boquerones en vinagre.

El que conoce el Pisto sabe de lo que hablo, y el que nunca ha tenido la oportunidad de visitarlo, lo siento por el, porque la verdad, merece la pena perder veinte minutos de esta vida tan acelerada.


jueves, 6 de diciembre de 2012

Los Patios



Los patios cordobeses, declarados Patrimonio de la Humanidad




Si el toro es poeta, Córdoba su poesía
callejas sinuosas repletas de  aromas
luz en las  fachadas blancas monocromas
de tus patios día a día yo hago apología.


Amas a los caminantes que te besan
amores que perduran en la eternidad
suspiros, besos, promesas y humildad
todos los sentidos en tu alma condensan.


Cuando de par en par abres tus haciendas
cuando los aromas conducen los sentidos
el corazón de tus patios retoma los latidos
entonces Córdoba, añoras secretas calendas.

Romanos,Godos, Árabes, Judíos y Cristianos
en tanta sabiduría con blanca y fresca cal
apacible tertulia al cálido atardecer estival
amantes de promesas y olvidos nunca vanos.

Ay mi verde limonero que con cada luna
alumbras elixires,cobijas azucenas, narcisos
 ramas con jaulas de jilgueros ornan los oídos
 silencio en la tarde de estío,canción de cuna.

Viajero, reconfórtate, que tus sentidos afloren
rememora tu pasado, vuelve a tu dulce  niñez
cuando una anciana, samaritana sin altivez
 sedientas almas de padecimientos aminoren.
 
Sonidos, golpes  en el corazón del pozo
cuando el agua explosiona en el brocal
los geranios buscan el agua medicinal
ese agua que huele a vida, sabe a gozo.

Horas mágicas del atardecer eterno
cuando los abuelos llaman a brujas
cuando del tiempo quieres burbujas
soñando en no retornar al invierno.

Si Dante hubiese conocido
los cordobeses patios
en la Divina Comedia
el infierno,
no habría existido.